Después de 15 años.
Hoy, después de 15 años, el pasado, el presente y el futuro se encontraron.
Nerviosamente, aparecían uno a uno los protagonistas de una historia inconclusa. Rostros actuales, sonrisas sinceras y abrazos cálidos se mezclaron con recuerdos a veces olvidados y ecos que aún quedamente resuenan en mi memoria, de peripecias escolares, de aventuras heroicas y jugarretas infantiles.
Roberto, Octavio, Julio, César, Juan Pablo, Nabor, Esteban, Patricio, Agustín, Hjalmar, Eduardo, David, Lisandro, José y Rafael, son quienes emergieron de ese pasado para encontrarse y cruzar miradas en el presente.
No creo en los discursos sensibleros. Ni en las promesas de amistad eterna.
No somos una familia. No nos debemos nada. Y no nos sacrificaremos por los otros.
Pero algo hizo que fuera necesario el reencontrarnos. Como si debiéramos rendir un tributo al tiempo cómplice del ayer.
Y creo que eso es. El haber vivido, para bien o para mal, algo común.
No hay por que buscar algo más complejo que eso. Cada uno mira con tal cuidado su pasado, que siente que su historia rebota y se mezcla como olas, en los mundos personales de los que lo rodeaban en esos años íntimos. Uno los mira, y sabe que son testigos. Pueden dar fe de que eso sucedió. De que ese tiempo existió.
Si se me permite ser infidente. Diré que para algunos pareció ser un momento de complicidad sencilla y alegre. Donde esto de recordar los momentos compartidos, los juegos, las victorias, los secretos de curso, aparecía constantemente en la conversación, con placentera nostalgia. Pero también ocurrió, que más de alguno sitió que algo por fin concluía. Que la deuda con esa historia era saldada. Dejando que aquel peso largamente llevado, fluyera y se disolviera entre nosotros, (los únicos testigos... Los únicos que podíamos entender...) con un gesto de acogida y comprensión. Y así, creo que el futuro se hizo presente, en ese acto liberador de dejar con los recuerdos del pasado, el lastre que amenazaba con acompañarnos hasta el fin de nuestros días. Se abría un camino nuevo. Más seguro, más sereno.
¿Es mera cursilería esto que escribo, hablando del tiempo, de lo cómplice y del pasado? Tal vez. Pero no es menos real. Sino ¿cómo explicar, por ejemplo, el que se hablaran muchas cosas y se hicieran muchas bromas. Pero principalmente, se recordara a los otros. A los ausentes?.
Simplemente no pudimos olvidarlos, ni dejar de hablar de ellos en ningún momento.
Estuvieron, en ese sentido, más presentes que nadie.
Así es que deseo terminar estas palabras, no solo recordando todos esos momentos... del pasado, el presente, y un futuro con la promesa de volver a juntarnos. Sino también, en ese acto fiel del recuerdo de los compañeros aún desaparecidos.
Para ellos dedico estas líneas. Para que puedan ser guiados al reencuentro y la camaradería.
Y lo dedico también, para aquel hermano que no volverá, pero que siempre estará y nunca su recuerdo nos dejará.
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